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Saber catar significa utilizar eficientemente los sentidos para poder interpretar las sensaciones visuales, olfativas, táctiles y gustativas que forman parte del análisis sensorial; con un poco de interés y persistencia, la práctica de la degustación está al alcance de todos, ya que nacemos más o menos con la misma aptitud para discernir aromas y sabores.

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CATAR UN VINO ES DISTINGUIR Y RECONOCER SUS CUALIDADES Y SUS DEFECTOS, ANTES DEL PLACER DE BEBERLO.

Cuando realizamos una cata procuramos analizar la mayoría de las sensaciones que el vino nos transmite para aumentar nuestro placer.

Saber catar significa utilizar eficientemente los sentidos para poder interpretar las sensaciones visuales, olfativas, táctiles y gustativas que forman parte del análisis sensorial; con un poco de interés y persistencia, la práctica de la degustación está al alcance de todos, ya que nacemos más o menos con la misma aptitud para discernir aromas y sabores. Aunque la sensibilidad puede variar de un individuo a otro, convertirse en un catador es más una cuestión de experiencia que un don natural: se trata, simplemente, de desarrollar al máximo las aptitudes personales.

•Cuando se disponga a disfrutar un vino, empiece con el sentido de la vista. Verifique que su color sea claro y luminoso.
•Permita que el vino se oxigene en la copa y luego llévelo a la nariz (sentido del olfato). Trate de encontrar aromas familiares y agradables.
•Por último, pruébelo (sentido del gusto) para verificar los diferentes aromas que percibió al olerlo, las sensaciones en boca y la temperatura a la que ha sido servido; pasélo por su boca suavemente, tocando la lengua y paladar por unos instantes, antes de tragarlo.

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